sábado, 5 de febrero de 2011

Kanaimö: Tierra de magia y misterio

¡A Kanaimö lo inventaron los Arekunas para dar una explicación racional a la muerte!


Como cualquier otra etnia indígena precolombina, los pobladores de la extensa región que hoy conocemos como Canaima, también se resistían a aceptar la muerte como un hecho natural; y para explicarse entonces tan extraño fenómeno, crearon un personaje que no solamente adoptaba múltiples formas, sino que además era capaz de escalar hasta la cúspide del más alto de los cerros, ir hasta lo más profundo de las aguas o penetrar al más solitario de los refugios, sólo para alcanzar y dar muerte a la víctima escogida.

Ese personaje mítico era Kanaimö, el espíritu maligno que se convirtió en el enemigo implacable de la etnia Pemon y sus familias Arekuna, Taurepan y Kamaracoto. Para ellos, Kanaimö no tuvo madre. Fue sólo la nefasta creación de un indio muy malo que lo vomitó en una tapara.

Así nació Kanaimö, azote de la comunidad Pemon, y responsable de toda fechoría y muerte que aconteciera en el entorno. Si un indio enfermaba de pulmonía, Kanaimö lo había soplado en el pecho. Si sufría de fuertes dolores de estómago, con seguridad se trataba de un maleficio de Kanaimö. No había manera de salvarse. Toda la culpa era de Kanaimö.


Son innumerables las leyendas que se tejen en torno a Kanaimö. Cuentan que éste podía aparecer en cualquier lugar, atacar y soplar a su desprevenida víctima hasta provocarle la enfermedad. Tras la emboscada, el indio no moría de inmediato. Podía inclusive pedir auxilio a sus hermanos, contar que fue atacado por un animal salvaje o que se hirió al tropezar con un obstáculo en la selva, pero jamás culpar a Kanaimö de sus males, pues entonces la muerte sí sería inevitable.

Más allá del propio maleficio, otra leyenda indígena afirma que el mismísimo Kanaimö era tan perverso que podía convertirse en Awoineripué, la encarnación de una criatura legendaria que bebía la sangre de los cadáveres en descomposición, tras escarbar la sepultura de sus víctimas.

Kanaimö no tenía límite conocido, pues para hacer sus fechorías era capaz de transformarse en un tigre, en un perro o en un oso hormiguero, por ejemplo, o adoptar la forma humana de un indio de carne y hueso, pero siempre dotado de las más increíbles cualidades mágicas, muy relacionadas, por supuesto, a la ilimitada capacidad del pensamiento creativo del ser humano, convirtiéndolo con el transcurrir de los siglos en una de las más extraordinarias e inolvidables leyendas del pueblo Pemon.





El legado de Kanaimö

Y aunque suene contradictorio, fue aquel espíritu perverso que atentaba con malicia contra la vida de nuestros ancestros, quien legó su nombre a uno de los espacios naturales más preciados del planeta, el Parque Nacional Canaima, Patrimonio de la Humanidad, cuna de sabiduría milenaria, territorio mágico que inspiró a Sir Arthur Conan Doyle en su "Mundo Perdido", pasto de aventureros, mina de exploradores, y parcela de infinitos retos para colonizadores y misioneros, hogar de múltiples especies de flora y fauna únicas para las ciencias naturales, y maravilloso paraíso terrenal que nos legó el Creador.


Con todo este tesoro entre sus entrañas, el 12 de junio de 1962 se decreta la creación del Parque Nacional Canaima, que en aquel entonces tenía sólo un millón de hectáreas. Sin embargo, la infinita variedad de recursos naturales localizados en el entorno y su importancia como pulmón vegetal del planeta, sugirieron la ampliación del área bajo régimen de administración especial a tres millones de hectáreas a partir del 10 de octubre de 1975. Desde entonces no solamente está considerado uno de los parques nacionales más grandes del mundo, sino un verdadero Patrimonio de la Humanidad.



Esta hermosa tierra de altas montañas y profundos valles tallados por la acción milenaria de la erosión, de espectaculares saltos y raudales de extraordinario valor turístico, de majestuosos tepuys que se yerguen con valentía sobre inmensos sabanales, tiene límites que se pierden en el horizonte.

Su área occidental, con más de un millón ochocientas mil hectáreas, es un apreciado destino turístico adonde el visitante se recrea de la magia de la Laguna de Canaima, el Salto El Hacha y el Salto El Sapo, el río Carrao, la Isla de la Orquídea, y las comunidades indígenas de Kavac y Kamarata, entre otras, sin olvidar el espectacular Salto Angel, conocido en lengua Pemon como Kerepacupai-Meru, que quiere decir salto profundo, descubierto en 1937 por el aviador norteamericano Jimmy Angel, de quien recibe el nombre criollo.


La geografía del sector oriental del Parque Nacional Canaima es básicamente similar, aunque de este lado los elevados tepuys, conocidos como islas ecológicas por su especial riqueza biológica, y los parches boscosos a lo largo de toda su amplitud, definen con mayor fuerza la policromía de colores que se refleja magnánima sobre miles de hectáreas que conforman la cada vez más extensa Gran Sabana.



En posteriores entregas los voy a invitar a acompañarme
a recorrer algunas aristas de Canaima…
 

¡¡¡Hasta la vista!!!

2 comentarios:

  1. ESPECTACULAR POST MI ESTIMADISIMA AMIGA, CÓMO ENVIDIO TUS VIAJES

    MUAKKK DESDE MI VALENCIA

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  2. Mi querida amiga, como envidio no haberle acompañado en esa epoca ta buena, pero ahorita he podido hacer algunos viajecitos. Un beso abrazos.

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